lunes, 21 de febrero de 2011

Marrakech en dos dias


Marrakech… ciudad totalmente turística. Llegamos muy cansadas de tanto coche y que mal conducen los condenad@s! Me quejaba de que en Casablanca era un caos… esto es lo mismo elevado a la enésima potencia; pitidos, mil carriles, millones de motocicletas, ruido, humo de tubos de escape, frenazos, maldiciones, policías pitando, gente cruzando la carretera sin miedo a arriesgar su vida… por fin llegamos al hotel previsto, no hay habitaciones libres, este fin de semana se presenta movidito.

Dejamos aparcado el coche y decidimos andar en busca de algún hotel limpio, fundamentalmente limpio y cerca de la plaza. Para dos días que vamos a estar aquí no queremos salirnos mucho del ambiente.
Nada más bajar nos tropezamos con el Hotel Rouge… la puertecica muy pequeña, tanto como las dimensiones de la recepción (el espacio aprovechado al 100%) unas escaleras en forma de caracol que nos llevan al primer y único piso.  Nos enseñan una habitación con un baño dentro.. no tiene mala pinta y el precio… 35 euros la noche con desayuno incluido. Nos lo quedamos! Metemos las maletas, nos lavamos la cara y para la plaza.

Oleadas de personas van en la misma dirección, en la travesía nos encontramos con vendedores de bolsos, de muñecas, globos… se empiezan a oir las primeras notas procedentes de la plaza y ahí está! iluminada por los distintos carritos de comida y de fondo la luna llena. A la izquierda multitud de grupos haciendo distintos corros alrededor de diversas personas cantando, un poco mas a la derecha carritos de fruta frente a los carritos de comida y los de caracoles. En medio mujeres agrupadas de dos en dos ofreciendo la henna sin parar. Puestos de Africanos ofreciendo remedios naturales.

No se puede ver con claridad, te invaden humos de izquierda a derecha. Ahora huele a caracoles, no espera es carne…ando un poco mas y… jazmin, ambar, sándalo… millones y millones de olores que se impregnan hasta en la ropa.

Tenía un vago recuerdo de la plaza… pero no se parece en nada a lo que ahora ven mis ojos. Analizando un poco, para mi gusto en este momento es demasiado turística y quizás haya perdido un poco de encanto. Aún así no deja de ser un espectáculo.

Hemos contratado un pequeño tour por las afueras de Marrakech. Subimos en coche por el Atlas hasta llegar a la estación de esquí de Toukal……. Viaje totalmente recomendable, he conocido otra ciudad que no me imaginaba para nada y con su recompensa y todo!!! Merece la pena.

Por el camino te encuentras muchos puestos de alfarería, lámparas, alfombras… se nota que han nacido pueblos a raíz de estas subidas. Y que poco a poco y gracias a ello, han ido creciendo. Merece la pena ir parando de vez en cuando para echar una ojeada a los distintos pueblos de la montaña. 

No deben de haber más de 20 familias en cada uno. Hay dos cosas que me llaman enormemente la atención, una que la ropa que lavan el los ríos formados por el deshielo del Alto Atlas, las ponen sobre las zarzas para que se sequen. Y otra que por muy pequeños que sean los pueblos… no faltan en ninguno de ellos las antenas parabólicas!!

La subida es bastante larga, la carretera con muchas curvas, el asfalto mejorable, las vistas impresionantes. 
Se ven muchos ríos creados a raíz del deshielo, muchas personas recogiendo hierbas que después venderán a lo largo de toda la travesía. Coches parados a los lados para sacar las panorámicas. En los distintos descansillos te puedes encontrar camellos preparados para las personas que quieran subir en ellos. Algún que otro puesto ambulante con millones de artículos de todas clases… 
De repente llegas a un gran lago y en el reflejado todo el Atlas nevado. Una maravilla.

Hay que esperar a que abran una barrera previo pago de 10 Dh. Una vez pasada y después de una gran curva, llegas a lo que se supone que es una estación de esquí.

Hay nieve, pero no suficiente para esquiar. A los marroquís eso les da igual. Hay un montón de burros listos para que te subas equipado y ellos se encargan de levarte hasta donde se ve que empieza la pista que tiene un poco más de nieve.

Es increíble, con un sol de justicia y bastante calorcico. Los ves completamente equipados con sus monos de esquí y con sus guantes. Puedes alquilar desde los monos, todos puesto perfectamente colgados de un palo y sobre una fuente, hasta las botas y los esquís. Están perfectamente alineadas en la arena, una bota detrás de otra. Una pena que se me acabara de gastar la batería de la cámara porque merece la pena verlo.

Antes de llegar así, por el camino, hemos visto un pequeño sitio para comer. Se trata de una familia que está haciéndose la casa poco a poco y ofrecen comidas, especialidad y único plato Tallin de cordero. La terraza situada directamente en la montaña y haciendo de barandilla, diversos esquis puestos uno al lado del otro. Un lugar muy peculiar al que decidimos bajar a comer y disfrutar de las vistas. No solo nos trataron fenomenal, nos ofrecieron pan recién hecho por la señora de la casa y cuando nos íbamos, el hombre salió detrás de nosotros corriendo para regalarnos una botella de aceite de oliva que ellos mismos habían hecho. Un sitio maravilloso con gente increible.

1 comentario:

  1. con tus relatos haces recordar y revivir nuestro viaje por ese pais tan peculiar, sorprendente y poco conocido que a nadie deja indiferente....
    Disfruta que te queda poco..........
    muchos besossssss

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